Los norteamericanos no quieren trabajar
En USA no escasea la demanda laboral, al contrario, ha aumentado de una forma exponencial en estos últimos meses. A medida que la situación pandémica se ha ido normalizando, los índices de actividad económica han empezado a acercarse a los niveles de la prepandemia. Pero, las dificultades en el mercado laboral persisten: la demanda laboral es la más alta en las últimas dos décadas, mientras que el número de trabajadores activos es cinco veces menor que en el 2019.
Según parece, los norteamericanos tienen, cada vez, menos ganas de trabajar. El problema no es de oferta sino de demanda laboral: 4,3 millones de trabajadores, de una población activa de 150 millones, dejó de trabajar en el mes de agosto último. En septiembre 4,4 millones de norteamericanos renunciaron al trabajo. Estas cifras encendieron todas las alarmas entre los expertos ya que era, con diferencia, el número dimisiones más alto desde que se tenían datos.
Podía parecer una anomalía estadística, pero no es un problema menor: decenas de miles de empresas se vieron forzadas a suspender sus operaciones por falta de trabajadores. Algunas, incluso, se han visto abocadas a desaparecer. Si la tendencia se mantiene, será tan importante que puede atentar a la recuperación económica americana, hasta ahora imparable.
Varias son las causas que pueden haber detrás de esta situación. Algunas podrían ser: el ambicioso programa de estímulos económicos del gobierno como los subsidios al paro; los ahorros acumulados durante la pandemia; la jubilación anticipada de numerosos baby boomers; la caída de la inmigración, etc. Pero según los expertos estas causas no son totalmente determinantes.
Una explicación alternativa, quizás más radical pero también más convincente, es que la pandemia ha reconfigurado la relación entre trabajadores y empresarios. Durante casi medio siglo, la economía americana no ha crecido con el trabajador sino, precisamente, a costa del trabajador. Veamos sino el desequilibrio existente entre el crecimiento de la productividad (la cantidad de trabajo que hace un trabajador) y el crecimiento de los salarios (la cantidad de dinero que recibe por este trabajo). Idealmente, la productividad y los salarios debieran aumentar con una ratio similar: contra más productivo sea el trabajador, debe ser más retribuido. Así sucedió en el período del 1948 al 1973. Pero esta correlación desaparece desde 1974 al 2014 ya que la productividad aumenta en un 72,2 % y los salarios aumentan sólo un 9,2 %. Dicho de otra manera, los salarios deberían haber crecido más de un 60 %. En resumen, el trabajador americano cobra casi ocho veces menos de lo que debería cobrar.
Aunque la balanza se había decantado, durante décadas, del lado de los empresarios, la pandemia la ha orientado a favor del trabajador. En un contexto insólito de escasez de mano de obra, ahora son los empresarios los que necesitan contratar. Mientras, los obreros disponen de una gran variedad de ofertas de trabajo donde pueden escoger, en lugar de tener que conformarse con la primera que encuentran. La economía americana asiste a un proceso histórico de apoderamiento de los trabajadores ya que, nunca como ahora, habían podido exigir unas mejoras laborales. Esto explica el por qué las dimisiones son predominantes en sectores más mal pagados y de una menor densidad salarial como la restauración y el transporte.
Si los trabajadores están mal pagados y no se encuentran en una situación de no poder exigir mejoras laborales, pueden simplemente dejar el trabajo y buscar una faena equivalente y mejor pagada. En los más bien pagados y de mayor densidad salarial, en cambio, proliferan más las huelgas que las dimisiones.
La conclusión es clara, hay un nuevo espíritu militante entre los trabajadores norteamericanos: “los trabajadores quieren más y están dispuestos a recurrir a la dimisión y a las huelgas, si es necesario, para conseguirlo” Es la primera vez, en muchísimo tiempo, que son ellos, y no los empresarios, los que tienen la sartén por el mango. Si las empresas quieren esquivar la crisis sólo tiene la alternativa de ofrecer buenos salarios y condiciones laborales.
A nosotros, los europeos, sólo nos atañe el estar muy atentos a lo que nos pueda suceder. No podemos olvidar aquello de “cuando a tu vecino veas las barbas cortar, pon las tuyas a remojar”, o bien, “cuando USA se resfría, Europa coge una pulmonía”.
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Feliz semana a tod@s.