¿Un buen trabajo o una vida completa?

¿Un buen trabajo o una vida completa?

24 mayo, 2025 0 Por JLHA

Recordemos la vieja historia que se explica en cualquier escuela de negocios que se precie. Estaba un viejo pescador tumbado en una roca, fumando su pipa y viendo un bonito atardecer. Se le acercó un hombre de negocios que pasaba por allí y le preguntó: “¿Qué hace aquí descansando en lugar de aprovechar estas horas para seguir pescando?”. “¿Y por qué debería hacerlo?”, le replicó el pescador. “Pues porque podría vender más pescado, y con los beneficios comprarse un barco más grande”, argumentó el ejecutivo. “¿Y para qué quiero un barco más grande?”, le volvió a cuestionar el pescador. “Es obvio: para seguir acumulando más peces y ganar mucho más dinero”. “¿Y por qué quiero más dinero?”, le interpeló de nuevo. “¡Porque así podría disfrutar de la vida!”, sentenció el hombre de negocios. “¿Y qué cree que estoy haciendo en este preciso instante?”, le rebatió irónicamente el viejo pescador.

Esta conocida historia sirve para cuestionar los cimientos de la ambición profesional y reflexionar sobre la necesidad de poner el trabajo siempre al servicio de objetivos superiores, evitando que se erija como un fin en sí mismo. El viejo pescador representa a todas las personas que se niegan a ser definidas por su faceta profesional y que rompen con el paradigma que asocia obstinadamente aquello que hacemos con aquello que somos. Dicho de forma simplificada, ambicionan una vida feliz, no un currículum brillante.

Ya en 1971, el psicólogo estadounidense Wayne Oates acuñó el término “workaholic” en un libro en el que hablaba de su propia adicción al trabajo a través de una analogía con el alcoholismo. Así pues, el concepto nace para negar la supuesta virtud de una excesiva e irracional dedicación a la profesión, tratándola como un problema y haciendo visibles sus consecuencias negativas.

Según un estudio elaborado por Randstad, dos de cada tres trabajadores españoles anteponen su vida personal a la profesional. Además, resulta que más de la mitad de la generación Z y millenials dejarían su trabajo si les impidiera disfrutar de otras facetas de la vida. Históricamente se entendía que una persona ambiciosa era la que luchaba con determinación por el éxito profesional, pero en los últimos tiempos está apareciendo una acepción mucho más amplia, que pasa por equilibrar los distintos roles que dan sentido a nuestra existencia.

Es lo que podríamos denominar “ambición holística”, sustentada sobre la convicción de que la vida es como un castillo, y que no solo existe la torre del trabajo, sino que también tenemos torres tan importantes como la familia, los amigos, las aficiones o la salud física y mental. Bajo este paradigma, la ambición consiste en fortalecer todas las torres, ya que centrarse solo en una pone en riesgo la seguridad y estabilidad del conjunto de la edificación.

En la misma línea, no hay que obviar que existe otra torre fundamental, que es la de los valores personales. El citado estudio de Randstad también pone de relieve que el 40% de los empleados solo trabajaría en empresas responsables. Y es que la ambición holística también pasa por encontrar organizaciones que faciliten el desarrollo profesional sin tener que renunciar a los principios morales.

La gestión del talento en sociedades trabajocéntricas siempre es mucho más sencilla. Pero todo parece indicar que la situación está cambiando. Así que las empresas harían bien en hacer una reflexión profunda, con el objetivo de buscar nuevas fórmulas que permitan una buena integración de la torre profesional en el castillo de la vida. Porque tan malo es quedarse siempre tumbado en la roca como pasarse el día pescando.

En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “el personal” que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.

Feliz semana a tod@s