¿Vivir al día?

¿Vivir al día?

23 noviembre, 2024 0 Por JLHA

Está de moda hablar mal del corto plazo. El problema es que no podemos prescindir de él. Nos incomoda cuando lo inunda todo y se convierte en el único horizonte. Abrazamos la necesidad del largo plazo como un compromiso con el futuro. Los negocios, las actividades lucrativas encadenadas, pueden instalarse en el corto plazo, pero las empresas no.

Las empresas deben gestionar bien el corto plazo. Para los negocios no hay más horizonte que la próxima operación, pero para las empresas el futuro es su forma de expresar el ansia de perdurar y la voluntad de hacerlo en una sociedad que también tenga futuro. Pensar en largo plazo, es pensar en términos de prosperidad compartida.

El corto plazo puede ser la oportunidad de la excelencia. Si todo lo fiamos al día a día no construimos trayectorias consistentes. Si solamente pensamos en las trayectorias a largo plazo y nos desenganchamos del día a día ponemos en riesgo nuestra perdurabilidad. Corto plazo es entender que los clientes no pueden esperar, que la gente debe cobrar cada mes o que hay que pagar la energía.

Enfatizar el futuro no significa renunciar al presente. Ser excelentes en el presente no implica que debemos renunciar al largo plazo. Éste es algo más que la suma de cortos plazos. Ser directivo es saber combinar el corto con el largo plazo. Es superar los límites e incertidumbres del hoy y prepararnos para los límites e incertidumbres del mañana. En este trabajo, lo mediocre es centrarse en lo presente y lo temerario es olvidarse del presente.

Gestionar una empresa es cuidar su futuro mientras se van dando resultados en el presente. También es cuidar a las personas que harán posible este futuro. Hay que esmerarse mucho para encontrar puntos de absorción del futuro. Éstos siempre tienen que ver con las decisiones de nuestros clientes. Las empresas no haríamos nada del futuro sin nuestros clientes. En ellos es donde encontraremos la síntesis perfecta del corto y del largo plazo. La consistencia es evolucionar con nuestros clientes medio paso por delante.

El propósito es saber por qué y para qué hacemos las cosas. Se trata de invertir la lógica de los plazos, corto o largo, desde el propósito. El propósito nos permite dar coherencia a lo que hacemos hoy y lo que queremos hacer mañana.

Necesitamos que la intensidad y los incentivos no estén solamente en el corto plazo. Necesitamos poner intensidad al largo plazo, definir hitos que hagan que el largo plazo también aterrice en nuestras agendas. Una empresa incapaz de aceptar la complejidad y la exigencia del largo plazo es mediocre.

En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “la organización general de la empresa” que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.

Feliz semana a tod@s.