Un contable se apropia de 132.000 euros de la empresa.

8 mayo, 2021 0 Por JLHA

El mes pasado la Audiencia Provincial de Salamanca, condenaba a un trabajador que prestaba sus servicios administrativos-contables para un procurador de Salamanca, por apropiarse indebidamente de más de 132.000 euros. La sentencia indica que:

“Movido por el ánimo de ilícito enriquecimiento, el trabajador aprovechó las funciones que tenía encomendadas para emitir numerosos cheques a su propio nombre en los que había estampado el sello del despacho profesional del procurador, escribiendo dentro de él un número de expediente que no requería ningún pago, y finalmente, falsificando la firma del titular del despacho, procediendo el acusado a ingresar tales cheques en su propia cuenta bancaria, logrando de esta forma incorporar a su propio patrimonio un total de 132.467,50 euros”.

Veamos cuál es el perfil más común de cualquier sujeto que defrauda o se apropia indebidamente de bienes pertenecientes a una compañía.

Oportunidad. Es bien cierto el refrán que reza: “la ocasión hace al ladrón”. Existen empresas que ofrecen grandes oportunidades para que el defraudador puede ejercer casi impunemente su oficio de robar. Es obvio que la existencia de estas facilidades, u oportunidades, hace que se produzcan los fraudes. Con frecuencia este tipo de empresas es muy irresponsable ya que transforma gente honrada en delincuentes. Nadie roba si tiene la certeza de que identificarán su acción. Existen situaciones en las empresas que están ofreciendo oportunidades para que exista tanto el robo de los empleados como el fraude de la propia empresa. Veamos algunas de las más significativas:

  • Empresa sin un sistema de control interno o de gestión, o bien con un diseño deficiente o aplicado de forma defectuosa.
  • No auditada o con un auditor de cuentas inadecuado
  • Existencia de problemas de gestión o de gobierno corporativo.

Justificación. Existe un marco mental que justifica que una persona cometa un fraude. Éstos se cometen por personas normales que no se ven a sí mismas como criminales Lo hacen porque creen que tienen una causa justificada. Esta racionalización explica que muchas personas que cometen fraude se sientan bien consigo mismas y no se arrepientan de su mal comportamiento. Veamos algunos ejemplos que podrían justificar el razonamiento que empuja al fraude.

  • El directivo que defrauda porque tiene un sentimiento de superioridad que hace que crea que las reglas de la empresa no le son aplicables o goza de impunidad o lo hace tan bien que es imposible que lo detecten.
  • El empleado que roba para compensar sus bajos emolumentos que considera injustos o bien, porque observa que la alta dirección también está robando.
  • Las personas que se consideran pobres y que consideran lícito engañar a los ricos para quedarse con lo robado como acto de justicia.

Capacidad. Las personas que cometen los fraudes deben disponer de determinadas habilidades y aptitudes para poder ejecutarlos. Los elementos que explican que una persona tenga capacidad para cometer fraudes puede ser:

  • Formación, es decir, nivel de estudios, conocimientos prácticos de informática, de ingeniería financiera, de contabilidad, de auditoría, etc.
  • Experiencia y red de contactos.
  • Ocupar un cargo de confianza en la empresa que le permita intervenir en los contratos, la formulación de las cuentas, la información financiera o de gestión, la administración de los cobros y pagos, etc.

Soberbia. La persona arrogante carece de humildad y se siente superior a los demás. Se trata de una soberbia u orgullo excesivo de una persona en relación consigo misma y que la lleva a creer y exigir más privilegios de los que tiene derecho. Se distinguen por: el exceso de lujo; el narcisismo; la altanería; la agresividad. Critican por la espalda a los que no les agradan o están en desacuerdo con sus creencias. Tratan con crueldad a sus enemigos. Mienten y hacen trampas incluso en temas triviales. Se enojan sobreactuando cuando alguien está en desacuerdo o perjudica su imagen. No reconocen sus errores y cuando se equivocan no se disculpan. La soberbia explica que algunas personas tengan una codicia ilimitada y la sensación de impunidad, de creer que las normas de la empresa no le afectan.

Intenciones del defraudador. Según la intención podemos distinguir entre el fraude accidental cometido por una persona que no tenía necesariamente la intención de cometerlo y el fraude efectuado por un depredador que tiene una voluntad permanente en el tiempo de cometer fraudes. En este último caso estamos ante una persona sin ningún compromiso ético. Recurrirá a los más insólitos argumentos y procederá a manipulaciones contables para perpetrar su delito sin que lo perciba el incauto. A menudo sorprende que se pueda ir repitiendo un sinnúmero de fraudes y los perjudicados vayan cayendo en el engaño una y otra vez. Recordemos la historia de Rumasa, un grupo de empresas que fue intervenida por el gobierno español en el año 1983, y lo que sucedió con la denominada Nueva Rumasa que se demostró ser una vulgar estafa. Estuvieron lideradas por el farsante Ruiz Mateos (EPD) y sus hijos.

En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “la organización contable”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.

Feliz semana a tod@s.