Atracón de indicadores
Increíblemente, la inutilidad siempre ha tenido muchos adeptos que la acostumbran a adornar con multitud de indicadores. Nos referimos a esa habilidad de algunos para saltar de una inconsciencia a otra sin despeinarse. Las agendas de la gente, los proyectos de las empresas, los recursos que se les asocian deben tener un sentido claro y una clara relación con los objetivos de la compañía.
Nos encantan esos directivos que no se pierden en la hojarasca de indicadores y se centran en muy pocas preguntas. Saben que necesitan los datos para tomar buenas decisiones, pero no se dejan impresionar por su dimensión ni por la epifanía de los nuevos controllers 4.0. El big data no puede suponer multiplicar exponencialmente los indicadores inútiles. Debe ser algo más consistente. Realmente debe ofrecernos propuestas para tomar mejores decisiones.
Atiborrar el cloud de datos masivos sin provecho alguno no es ninguna innovación. La gracia estriba en combinar los datos con los objetivos y propósitos, lo otro es puro toreo de salón. Los indicadores son lo suficientemente importantes para no abusar de ellos. Como personas que tomamos decisiones, debemos saber definir indicadores básicos, saber hacer preguntas básicas nos acercará a los impactos reales y a los objetivos que perseguimos.
Disponer de indicadores de propósito u objetivos no es una tarea fácil. Podemos demostrar que hemos acumulado una gran actividad de horas y dinero en I+D, pero esto no nos garantiza la innovación. Podemos tener muy bien segmentados a nuestros clientes potenciales, pero si perdimos el hambre por vender, todos nuestros estudios de mercado serán inútiles. Los indicadores determinantes son los que nos acercan con autenticidad a nuestros objetivos, a nuestro propósito como empresa y a los resultados que obtenemos. Las empresas enfermas de indicadores están enfermas de autenticidad.
La complejidad es enladrillar el cielo con indicadores. Siempre habrá nuevos sensores, siempre habrá más datos, siempre habrá nuevas espirales exponenciales de indicadores. Lo importante es usar esos datos e indicadores para no perder el rumbo y diferenciarnos. Lo importante es tener indicadores que nos ayuden a gestionar la complejidad, no a incrementarla.
Lord Kelvin nos dejó una sentencia de una contundencia inapelable: “Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, siempre se degrada”. Se mide para mejorar, se mide para lograr nuestros objetivos, se mide para tener impacto y huir de la inconsistencia. Pero, que sepamos, Lord Kelvin nunca dijo que el objetivo de medir fuera engordar, hasta el atracón, las burocracias.
Volvamos a los objetivos y propósitos, volvamos a los resultados, volvamos a la mesura con indicadores sustanciales que sirvan para tomar decisiones transformadoras y no solamente para endulzar las decisiones tomadas en el pasado o para fanfarronear de una espléndida estructura de indicadores. Éstos nunca pueden convertirse en el spam de la gestión, son demasiado relevantes.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “la organización general de la empresa”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.
La parálisis del análisis y el arte de tomar decisiones
Muchas gracias por tu aportación.
Es bien cierto lo que dices, de que se llega a la parálisis por el análisis en la toma de decisiones.
Saludos cordiales.