El tiempo de los directivos
Un estudio publicado en fechas recientes indica que el directivo español invierte un tiempo muy escaso en sus colaboradores y en los clientes. Esta afirmación, por desgracia, la podemos constatar al observar, cada día, cómo están actuando en las empresas.
Vemos como hay una escasa dedicación de los directivos a formar y orientar a su personal. Después suelen quejarse de que no dan la talla, de que son “pasotas”, de que se equivocan con frecuencia, de que les falta el sentido común, y un sinfín de cosas más. Cuando comentan estas adversidades las suelen aliñar con la comparación de su propia actitud hacia el trabajo, describiéndose como unos auténticos profesionales responsables. A menudo llegan a la conclusión de que “la gente de ahora no es como la de nuestra generación” y se quedan tan anchos.
La mejor formación que puede recibir una persona es el estímulo, la orientación y el apoyo efectivo de su jefe para que innove en su trabajo, asuma nuevos retos y crezca profesionalmente. Pero esto no es una tarea fácil, requiere pensar, prepararse, predicar con el ejemplo, dialogar y tiempo, mucho tiempo y los directivos no suelen estar por la labor. Prefieren el hacer cuatro cosas a la vez, el ordeno y mando, la omnipresencia, la “controlitis” y, en definitiva, el absurdo activismo.
Acompañado a lo anterior, con mucha frecuencia observamos las serias resistencias que ofrecen los directivos a delegar funciones. Sienten desconfianza, miedo a los errores, y en demasiados casos, soberbia intelectual. Ante esto nos preguntamos ¿por qué y para qué disponen de colaboradores?
Hay cosas que no llegamos a entender. La mayoría de los directivos creen que el objetivo de la empresa es tener clientes satisfechos y fieles, y apenas los conocen, ni saben cuáles son sus auténticas necesidades para satisfacerlas. Es un contrasentido. Claro, para conocer con profundidad a los clientes se requiere tiempo, mucho tiempo y éste se gasta en la “necesaria e ineludible” presencia física en la fábrica o en la oficina. A lo que se añade la actuación, en la mayoría de los casos, sobre cosas triviales o a lo suma totalmente delegables. Los clientes, el negocio, están fuera, en la calle.
En las empresas punteras está calando la cultura por la que a un directivo desorganizado y que no tiene tiempo para sus colaboradores y para los clientes se le considera un pésimo directivo en el que no se puede confiar. Ya se puede Vd. imaginar cómo acabará su carrera profesional.
La empresa debe disponer de un programa de formación activa, personalizado, mediante el cual se ayude a los directivos a saber optimizar el uso de su propio tiempo, este escaso bien.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “las habilidades directivas”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.