El pernicioso presentismo laboral

15 diciembre, 2019 0 Por JLHA

Hace varios años el multimillonario mejicano Carlos Slim propuso que la jornada laboral se concentrase en tres días a la semana, a razón de once horas diarias, para generar una mayor productividad. Argumentaba que unas siete horas semanales se pierden en pausas para el café, para el bocadillo, para fumar, para ir al servicio, para la ejecución de relaciones humanas, para las tertulias, y para un largo etcétera. Sostenía el Sr. Slim que no tenía ningún sentido pagar casi una jornada entera si una parte de ella es totalmente improductiva.

Sinceramente creemos que el problema la improductividad reside más bien en el efecto llamado presentismo. Se lleva a cabo alargando deliberadamente la atención a las tareas y consumiendo una mayor cantidad de tiempo del estrictamente necesario. Otra manifestación del presentismo es la dedicación, en el lugar de trabajo, a tareas que no están relacionadas con la profesión. Nos referimos a la utilización privada de internet, al uso del correo electrónico y redes sociales para asuntos personales y en horario de trabajo, etc.

Este no es un tema baladí. Pensemos, si no, en la cantidad de estudios y dinero invertido para lograr incrementar la productividad de los empleados, es decir, del tiempo por el que se les paga. Todavía hoy, en plena época de la digitalización, hay empresas consultoras que ofrecen aplicaciones de control de tiempos (MTM) para los trabajos administrativos que en su inmensa mayoría están mecanizados e incluso digitalizados.

Según Adecco el 46 % de las empresas declara que en su plantilla existen prácticas de presentismo. Un 26 % desconoce si sus trabajadores son o no presentistas puesto que no disponen de procedimientos para detectar estas actitudes.

Varias son las causas por las que se está dando el presentismo. Veamos algunas.

  • Cuando el empleado no encuentra sentido a la tarea que tiene asignada.
  • En el momento en que considera que el trabajo es monótono y aburrido.
  • Cuando se siente desmotivado e incluso frustrado.
  • Si la empresa exige la permanencia en la empresa de unas horas laborales extensas para “estar bien visto” en la compañía y el trabajo asignado no las cubre.
  • Cuando se quiere justificar la existencia de una mayor cantidad de horas dedicadas para significar la importancia del trabajo realizado.
  • Cuando argumentan la tardanza en realizar la tarea aprovechándose de la ignorancia del superior sobre su ejecución. La opacidad del trabajo es la mejor amiga y aliada.
  • Alargamiento consentido de la jornada de trabajo para eludir responsabilidades personales o familiares, o para “ganar puntos” de cara a sus superiores.
  • Cuando la empresa sigue las políticas de remuneración y de reconocimiento en función del grado de calentamiento de la silla de su puesto de trabajo, en lugar de los resultados obtenidos por su gestión.
  • Cuando el empleado tiene en su mano un ramillete de “buenas” excusas si le sorprenden y le preguntan en qué está empleando su tiempo en el ordenador. Son contestaciones clásicas y verosímiles: “estoy contestando una consulta o dando un servicio al cliente”, “hago una research”, “trabajo en red”, “compruebo inventarios”, “busco nuevos proveedores”, etc.

En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “el personal”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.

Feliz semana a tod@s.