Los bonus anuales y los beneficios
Hace unos días un empresario nos comentaba la imposibilidad de aplicar la DPO (dirección por objetivos) en una situación problemática de crisis económica. Lo centraba en el tema de la retribución. Su tesis era que si la empresa no generaba beneficios no podía, de ninguna de las maneras, retribuir la consecución individual de los objetivos. Es decir, pagar los célebres bonus de final de año. En principio nos pareció lógico su punto de vista, pero antes nos quisimos cerciorar que tenía claras sus ideas. Su razonamiento lo fundamentaba de esta manera:
- Yo pago a mis empleados unos emolumentos que suelen estar por encima de la media del mercado, según los estudios ad hoc.
- Con estas percepciones estoy retribuyendo a cada persona por un nivel de eficiencia que también debe estar por encima del promedio de eficiencia que las empresas obtienen de los puestos de trabajo equivalentes.
- Caso de que existan empleados que sistemáticamente están por debajo del nivel de eficiencia mínimo exigible al puesto que ocupan, yo los defino como “problemáticos” y es mi obligación tomar decisiones para que esta situación no perdure.
- Las cantidades que pago por bonus provienen de los beneficios de la compañía. Es un porcentaje sobre los mismos. A la hora del reparto del beneficio anual siempre hay CUATRO instituciones a las que debo retribuir: la hacienda pública, los accionistas, la autofinanciación de la compañía y el personal.
- La existencia o no de los beneficios y su volumen siempre dependen de la calidad profesional de las personas que integran la empresa. El que perciban o no las oportunidades y las sepan aprovechar o no, el que estén de forma permanente orientados a los resultados o no, el que breguen ante las dificultades y no se amilanen, el que sean certeros o no en sus decisiones, todo ello es lo que, al final, condiciona siempre los resultados.
- Mi conclusión: si se ha procedido bien en los temas anteriores, el beneficio aparece y el personal debe lucrarse de ello mediante la retribución vía bonus. Este es el premio a su valiosa contribución. El caso de pagar lo no conseguido, sería un auténtico contrasentido: no se puede repartir aquello que no se tiene, es más, no se puede repartir entre las personas aquello que ellas han sido incapaces de obtener.
Cuando este empresario nos explicaba este punto de vista de la retribución de las personas, recordábamos cómo existen empresas, algunas de relumbrón y de ilustres apellidos, que, a pesar de estar instaladas en la mediocridad y con fuertes pérdidas, sus directivos continúan gozando de unos bonus suculentos. De verdad, no entendemos que esto pueda suceder hoy y en la empresa privada.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “las habilidades directivas”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.