De nuevo con los números
Una de las obsesiones más importantes de los empresarios está relacionada con la mejora y la contención de los gastos y los costes. Saben que está, más o menos, en sus manos la posibilidad de poder dimensionarlos al nivel de la actividad que actualmente están consiguiendo. La otra alternativa de actuación para mejorar la rentabilidad de la compañía se basa en potenciar las ventas. Pero ésta la consideran una tarea titánica, una quimera, por eso la mayoría de las empresas apenas la tienen en cuenta. Ello en contra del pensamiento de sesudos gurúes del mundo empresarial que andan insistiendo en que el incremento de las ventas es el mejor, por no decir el único, camino eficaz para salir reforzados y con éxito de cualquier tipo de crisis económica.
Todas las empresas han montado su particular sistema de evaluación de sus costes y gastos. Algunos son muy onerosos y sofisticados, mientras que otros son tan superficiales y primarios que sirven para bien poco. Pero una inmensa mayoría olvidan con enorme facilidad cuál es la finalidad última y suprema de la existencia de estos sistemas y se contentan con revisarlos de vez en cuando.
A menudo hemos observado cómo ciertas empresas hacen servir la información sobre costes y gastos para calcular, exclusivamente, los precios de ventas de sus productos. Pero lo más dramático de esta finalidad es la arbitraria distribución de los gastos generales entre los productos para conocer su coste unitario y a partir del mismo fijar el precio de venta. Los valores resultantes son muy subjetivos. Se llega a renunciar a operaciones con un valor de venta inferior al precio marcado porque “se pierde dinero”, cuando, si los números estuvieran bien establecidos y se tuvieran las ideas claras sobre marginalidad, estas operaciones, rechazadas por no considerarlas rentables, harían una buena aportación a los resultados de la cuenta de explotación de la compañía.
En otras ocasiones esta información de costes y gastos no avisa, no recalca, dónde se debe actuar para mejorar, a través de ellos, la rentabilidad de la empresa. A veces es el propio sistema, que es o muy complejo o bien muy simple, lo que hace muy difícil la localización de las oportunidades de actuación. Son las buenas mediciones de cómo actúan los gastos y los costes, las que permiten identificar estas oportunidades. Se trata de medir, no de contar, tal y como indica Drucker.
Por último, a menudo observamos una enorme comodidad a la hora de actuar. Hay buenos sistemas de información que detectan las oportunidades para obrar, pero los señoritos directivos no están por la labor, miran hacia otro lado. La actuación en este campo de los costes y gastos siempre es molesta e incómoda. Trae problemas y lo mejor es dejarlo como está o, a lo sumo, para que no se diga, actuar en todos aquellos aspectos más fáciles y menos molestos pero que suelen aportar, normalmente muy poco, a la mejora de los resultados. Olvidan que deben actuar donde hay más posibilidades de un mayor beneficio.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará interesantes cuestionarios que le ayudarán a reflexionar sobre este importante tema de los costes y los gastos.
Feliz semana a tod@s.