Emprender un negocio no es un tema fácil
Si entramos en Internet podemos observar cómo ha proliferado el número de páginas web que ofrecen montones de ideas para emprender un negocio. Además, con el aliciente de apenas exigir capital, y de poder desarrollar el negocio totalmente en solitario, sin tener que recurrir a ningún socio ni empleado. Muchas de las ideas plasmadas son auténticas generalidades. Otras encubren una publicidad, es decir, tener que recurrir al propio anunciante para recibir una ayuda que es totalmente necesaria para emprender el negocio propuesto.
El emprendedor es aquella persona capaz de descubrir una oportunidad y transformarla en negocio. Es bien cierto que iniciar un negocio no es un tema idóneo para las personas débiles. Se trata de una actividad que requiere una fuerte dosis de esfuerzo personal, que genera stress, y que exige prácticamente toda la atención y el tiempo disponible del emprendedor. Por otro lado, los resultados de la gestión suelen ser inciertos y, por desgracia y con frecuencia, muy alejados de lo esperado. Esta circunstancia ataca con un fuerte pesimismo al emprendedor y le tienta para que abandone la “aventura”, en muchos casos, recientemente iniciada.
La idea inicial es algo que se debe materializar en un negocio rentable, progresivo y duradero. El emprendedor ha sido capaz de detectar oportunidades, allí donde otros no ven nada. Pero también debe estar capacitado para movilizar los recursos que hagan posible la explotación con éxito de las citadas oportunidades. Es bien cierto que en los primeros pasos las compañías creadas están enmarcadas en la categoría de pequeñas empresas. El 80 % de éstas se pueden definir como mediocres o marginales. Se manifiestan por una vida monótona y rutinaria, por un estancamiento económico endémico y permanente y que no permiten a sus propietarios ganarse bien la vida, no obstante haberse sacrificado y haber trabajado duro. Nunca serán capaces de superar la más aburrida marginalidad.
Nuestra economía precisa de que los emprendedores creen empresas capaces de mejorar sensiblemente la delicada situación económica por la que atraviesa el país. Estas empresas han de crecer en rentabilidad, progresar y crear un empleo estable y de calidad.
Innumerables son los consejos, esparcidos en cursos, libros y webs, que se dan a los emprendedores para que su idea prospere y que su empresa no caiga en la tan temida marginalidad. Son de estilo de: “Descubre si tus habilidades son las típicas de un emprendedor y están en línea para tener éxito”. “Evalúate antes de invertir tiempo y recursos”. “No empieces un negocio sólo porque algo está de moda o porque piensas que comercializarlo te dará dinero”. “Desarrolla un concepto de negocios que esté relacionado con algo en lo que tengas cierta experiencia”. “Una vez que tengas una idea descubre cómo puedes convertirla en realidad” “¿El producto o servicio es algo que la gente quiere o necesita?” “¿Puedes tener ganancias vendiéndolo?” “¿Funciona?” Es bien cierto que nadie sabe realmente si es un emprendedor hasta que se convierte en uno.
El camino que se ofrece al emprendedor es muy duro. Debe tener una motivación muy poderosa capaz de defenderle ante los problemas y las contrariedades que surgen cada día. Creemos que el factor motivacional más importante es la ilusión y el entusiasmo que genera la idea a implantar. Algo por lo que merece la pena esforzarse y luchar. Esta idea debe estar en la línea de: “hacer del mundo un lugar mejor”, o “mejorar la calidad de vida”, o “enmendar una terrible injusticia”, o “evitar que se acabe algo bueno”, o “ayudar a los directivos para que sus empresas alcancen la excelencia”. Si la idea es pobre, por ejemplo, copiar algo que hacen los demás, o bien, no ser capaz de mejorar notablemente lo que se ofrece al mercado, el emprendedor con toda probabilidad irá directo al fracaso.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 70 preguntas sobre “el emprendedor”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.