El indeseable absentismo laboral
El miedo al despido provocó un drástico freno del absentismo laboral en España, en los peores momentos de la última crisis económica. La recuperación y la mayor estabilidad en el empleo han conseguido, en los dos últimos años, que las faltas al trabajo repunten y vuelvan a ratios récord. El absentismo laboral afecta seriamente a la competitividad de las empresas. Si es elevado, contribuye a reducir su productividad, provocarle problemas organizativos y generarle altos costes, tanto directos como indirectos.
Los números cantan. Un millón de trabajadores no acuden a su puesto de trabajo cada día. Aproximadamente un 6 % del total de las personas ocupadas. 221 millones de días de trabajo perdidos al año. En 2016 la economía española creció un 3,2% y se crearon 413.600 empleos. Y al calor de este sólido crecimiento, el coste directo de este absentismo, por prestaciones económicas a cargo de las mutuas y entidades gestoras, ascendió en un 12,4 % con respecto al del año 2015. El coste que tuvieron que asumir las empresas, en 2016, al abonar la prestación económica por el trabajador, fue un 42,5 % superior al del año anterior. Los datos insisten en advertirnos que la tendencia seguirá al alza.
Las empresas al valorar los estragos que hace el absentismo en su cuenta de resultados se esfuerzan en intentar contenerlo y reducirlo. No es una tarea fácil. Diversos son los motivos o causas que provocan las ausencias justificadas o no en el puesto de trabajo. Conocerlos con exactitud es básico antes de iniciar una eficaz actuación. Para empezar, hay que tener claro que una parte del absentismo laboral es inevitable. Las personas enfermamos. Pero existe un porcentaje de bajas que son evitables o cuya duración se puede reducir de manera importante.
Una de las causas del absentismo es la falta de competencia de los mandos intermedios. El impacto de su falta de formación y de aptitudes directivas sobre el bienestar de los trabajadores es directo. Muy a menudo, buena parte del absentismo se podría evitar gracias a unos mandos intermedios preparados y con una buena formación de base para liderar personas.
Otra causa generadora de absentismo es la falta de información de arriba abajo y horizontal. Provoca un estrés llegar al puesto de trabajo y descubrir que la organización ha cambiado, o que la función a desarrollar a partir de ese momento es distinta, pero sin ninguna explicación que lo justifique. La adecuada comunicación a todos los niveles es una de las claves para conseguir que los empleados se sientan más vinculados a la empresa y tengan una actitud más proactiva.
Un problema muy generalizado que sufren los empleados es la monotonía o repetición de sus tareas durante toda la jornada laboral. A corto plazo, un trabajador que siempre haga lo mismo es más productivo. Gana en velocidad y no se equivoca. Pero a medio y largo plazo, la constante repetición de una actividad o de un movimiento puede acarrear consecuencias negativas. Es recomendable un equilibrio entre la productividad y el bienestar físico y psíquico de las personas.
Existe un absentismo presencial que se concreta en el uso, con fines personales, de Internet, el correo electrónico o el teléfono. La empresa puede transmitir cuál es su política en esa materia en las entrevistas de selección o a través de una cláusula específica en los contratos de trabajo. Siempre que no se vulnere ningún derecho fundamental del trabajador, la compañía está autorizada a limitar el acceso a Internet y a otras herramientas o materiales que los empleados no precisen para llevar a cabo sus tareas.
No podemos olvidar de que existe un absentismo laboral, aunque reducido, que es simple y llanamente un fraude. En estos casos, es necesario detectarlo a tiempo y obrar en consecuencia. Las bajas injustificadas perjudican a la productividad, pero también afectan muy negativamente al resto de los empleados. A menudo, el despido será la mejor solución. Pero pueden existir otros casos en los que quizás sea útil identificar los motivos que han empujado al trabajador a seguir esta opción. En algunas ocasiones se han logrado buenos resultados después de ayudar y acompañar a empleados que habían abusado por problemas personales o por aspectos del trabajo que sus jefes ignoraban.
Una adecuada política de motivación es, sin duda, la mejor arma para luchar contra el absentismo. Para aplicarla es necesario averiguar primero cuáles son los desmotivadores existentes que están envileciendo el ambiente de trabajo, para combatirlos con éxito. Las empresas que toman cartas en el asunto logran buenos resultados. En la lucha contra el absentismo, todos salimos ganando.
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Feliz semana a tod@s.