El desafío de la dimensión idónea
En un mundo oscilante encontrar la dimensión idónea de la empresa es un auténtico arte. El peso de la estructura de cualquier compañía es, a menudo, un factor de desestabilización cuando cambian las circunstancias de los mercados o de las tecnologías. Veamos sino lo sucedido a la banca.
Para nosotros la dimensión idónea de una empresa estará en función de su capacidad de:
- Dar un buen servicio a sus clientes y evolucionar con ellos.
- Lograr que la suma de los gastos fijos y los variables no la obliguen, para obtener beneficio, a vender a unos precios fuera de mercado. Nunca la dimensión debería impedir a revitalizar constantemente las ventajas competitivas de la empresa.
- Permitir explorar y explotar las oportunidades de hoy para la construcción del mañana.
- Ser ágiles en los cambios. La agilidad no es un capricho en un mundo de cambios enardecidos.
- Superarse a sí misma gracias a aprender y desaprender con rapidez.
- Disponer de una ecuación ganadora entre máquinas y personas que combine el volver a aumentar la productividad.
La dimensión idónea tiene el tamaño de las oportunidades que somos capaces de aprovechar. El empeño por la dimensión idónea no acaba nunca, como tantas otras cosas en la empresa.
Existen empresas que intentan solucionar sus estructuras petrificadas en silos, mediante capas de coordinación que, inevitablemente, generan una dimensión equivocada. Nos desenfoca y genera burocracia. Ésta responde a la complejidad con más complejidad. Al final diseñamos organizaciones demasiado barrocas, en las que la sencillez se sepultó bajo un andamio de matrices.
Debemos ir con mucho cuidado, a la que nos despistemos, se nos descontrolan las estructuras, se nos disparan los costes y se multiplican las resistencias al cambio. La dimensión idónea sería aquella que no permitiera que en una organización hubiera demasiada gente que tuviera demasiado tiempo. Los que tienen tiempo sobrante (valencias libres) multiplican las normas, las reuniones y las actividades que no añaden valor. Tienden siempre a la sobredimensión.
El reto es crecer sin desajustar la dimensión idónea y, en estos momentos, es gran reto. Apostar por crecer parece sensato. Necesitamos volver a crecer y necesitamos crecer bien, con empresas competitivas y, a la vez, respetuosas con la sostenibilidad social y ambiental. Lo necesitamos para competir y para equilibrar nuestras compañías. Los negocios pueden tener una gran dimensión tecnológica o financiera, pero las empresas deberían distinguirse por tener una irrenunciable dimensión humana.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “la organización general de la empresa” que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.