Orden y limpieza
En más fábricas de las deseadas, hemos podido apreciar la existencia de una serie de obstáculos que impiden alcanzar no ya la excelencia, si no un mínimo de eficiencia en la producción. Estos, llamemos estorbos, saltan a la vista. Son fácilmente reconocibles tras un recorrido, más o menos meticuloso, por las instalaciones fabriles. Veamos algunos de ellos y sus consecuencias de cara a la excelencia de la producción.
Vemos alrededor de las máquinas una serie de elementos que, muchos no sirven para nada en cuanto a la labor fabril que allí se realiza, otros sí que son útiles pero no en la cantidad en la que constan y por último otros, también útiles, pero que debieran estar ubicados en otro sitio más adecuado. Esta situación quita espacio y estorba a las manipulaciones. Aparte, provoca pérdidas de tiempo, inseguridades, errores, desorden que propicia un mayor desorden general, inversiones innecesarias dirigidas a guardar elementos innecesarios, etc. La solución es fácil: Se trata de tener muy clara la identificación de aquellos elementos imprescindibles para un eficiente funcionamiento de la producción y la cantidad de los mismos considerada como la conveniente. El resto de elementos o se eliminan o se les asigna una ubicación más eficaz. Esto se debe hacer de forma sistemática en el transcurso del tiempo. ¿Cuántas veces hemos visto cómo una acción fuerte de eliminación de elementos, al cabo de un cierto tiempo, no había servido absolutamente para nada ya que la situación era muy parecida a la de antes de la “operación limpieza”?
Un viejo directivo siempre nos decía que debía haber “un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”. Tenía mucha razón. Si no se actúa siguiendo esta sentencia, acostumbra a emerger el desorden más desordenado y un montón de movimientos totalmente superfluos. Los elementos necesarios duermen en los lugares más ignotos. Las cosas se dejan en el primer sitio que se encuentra libre y después se pierde una cantidad de tiempo importante en buscarlas. A veces no se encuentran y la operación fabril debe posponerse hasta que se hallen. Otras veces se corre el riesgo de alimentar la máquina con materias defectuosas o sencillamente no adecuadas para el proceso. Este orden debe reunir algunas características: lugares más accesibles para los materiales de un mayor uso o frecuencia; facilitar el retorno a su sitio; identificación visual de los elementos más relevantes de las máquinas (seguridad, alarmas, giro, etc.); protecciones visuales; etc.
Con demasiada frecuencia hemos observado cómo la suciedad había asentado sus reales tanto en las máquinas como en su entorno más próximo. La limpieza está íntimamente relacionada con la calidad de los productos y con la productividad de las máquinas e instalaciones. Por otro lado disponer de los equipos impolutos aumenta la vida útil de los mismos; se reducen los accidentes; disminuyen las averías, los despilfarros de materiales y la energía; se evitan pérdidas por la suciedad de los productos o de sus envases; etc.
No se trata tanto de limpiar como de evitar la suciedad. Para ello es básico trabajar de una forma continuada en identificar las causas de dicha suciedad y a partir de este conocimiento, idear acciones para su erradicación. Así de una forma continua, sin parar.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “la fabricación”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.