El espinoso camino de las inversiones en inmovilizado
Las inversiones en inmovilizado sufren un camino que va desde la generación de la idea y su aceptación hasta su adecuada materialización. Esta ruta puede ser más o menos larga y repleta o no de escollos, más o menos insalvables. Todo va a depender de la magnitud y transcendencia de la inversión y del tratamiento y solución profesional de la misma. Existen multitud de aspectos relacionados con la inversión, pero nosotros únicamente queremos hacer mención a dos: el coste total invertido y la rentabilidad final lograda. Hemos observado cómo están muy generalizados los fallos en estos dos aspectos por parte de demasiadas empresas.
El coste total de la inversión. Entendemos que conocer esta cuantía, antes de “firmar nada”, es un extremo básico. Es moneda bastante común la existencia de considerables desviaciones entre lo previsto como coste y la cruda realidad. Por lo general el problema proviene de los defectos en el momento de planificar. No se contempla la totalidad de componentes o ingredientes, de todo tipo, que configuran el coste total. No se tiene presente los aspectos más relevantes que condicionan, normalmente al alza, los costes de la inversión. No se valora adecuadamente, o sus valores no se tienen en cuenta a la hora de cerrar o contratar las operaciones. No podemos olvidar las tensiones y sinsabores financieros que acontecen cuando en la empresa surgen desviaciones negativas y de importancia en los costes de sus inversiones. En algunos casos la situación ha sido tan dramática que ha paralizado totalmente la inversión con la “pérdida” de lo invertido hasta el momento. Otras veces se ha debido recurrir a un endeudamiento excesivo y muy gravoso para la compañía o a detraer fondos invertidos, por necesidad, en otras partidas.
Debemos ser muy rigurosos y exigir a los responsables del proyecto que ajusten al máximo los números ya que no vamos a tolerar ningún tipo de desviación sobre las cuantías aceptadas que configuran el coste total. Es aconsejable tener desmenuzado el coste total por los distintos componentes del mismo, al objeto de acercar y hacer más fácil el seguimiento y detectar las desviaciones entre lo real y lo planificado. Los seguimientos deben ser muy próximos para atajar los aspectos negativos. Una desviación no nos debe sorprender a final de mes. A menudo, durante el mes debemos ir siguiendo la realidad del proyecto con lo planificado.
La rentabilidad final de la inversión. En el mundo de la empresa está plenamente aceptada la máxima de “el papel lo aguanta todo”. Es del dominio común la creencia de que cuando un directivo quiere llevar a cabo una determinada inversión, dispone de todos los elementos para demostrar que la misma va a ser rentable. Aparte del interés y énfasis personal que ponga en su defensa. A no ser que la inversión sea un fracaso estrepitoso que obligue a la gerencia a considerarla como un muerto o un coste hundido, es bastante raro el que se lleve a cabo un estudio, a posteriori, de la rentabilidad aportada. Nosotros hemos vivido casos de una desviación negativa asombrosa entre lo detallado en los papeles y los resultados reales. Ante este hecho tan significativo de ineficacia profesional, los directivos responsables del fiasco apenas se enteraron. Creemos que ciertas inversiones, determinadas por su cuantía, por sus efectos estratégicos, o por cualquier otro motivo de peso, se debieran revisar. Es decir, cuando la inversión está ya a pleno rendimiento y se han superado las crisis de su puesta en marcha, se procede a comparar los resultados reales obtenidos por la inversión y los que se esperaban cuando se planificó la misma. Como consecuencia de esta comparación, aparecerán desviaciones que deben analizarse con profundidad. El objetivo básico es el del aprendizaje de los errores para no volver a incurrir en ellos. También debe servir para que las personas estén más motivadas y valoren más la importancia de la planificación de las inversiones. Que sus proyectos sean de auténtica calidad. Alguna empresa se ha aprovechado de estos análisis para inhabilitar a directivos que habían incurrido en serios errores.
Dentro del análisis de la rentabilidad aportada, existe un aspecto que consideramos crítico y quisiéramos comentar: no salen los resultados esperados, léase ahorros de costes u obtención de los márgenes comerciales derivados de unas mayores ventas. Es muy importante conocer con el máximo detalle posible cuáles eran las premisas concretas, verosímiles y confiables en las que se basaban los beneficios que, a priori, ofrecía la inversión. Cada una de ellas se debe confrontar con la realidad. No se debe buscar el error o la cantidad de ensoñación que había detrás de cada una, más bien nos debemos esforzar por idear cosas que podemos y debemos hacer para conseguir que las citadas premisas, u otras alternativas, puedan ser implantadas y nos permitan mejorar la rentabilidad de la inversión.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “el inmovilizado”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.