¿Cuál es la finalidad de las inversiones en inmovilizado?
La respuesta que consideramos adecuada a esta pregunta es la de la obtención de un mayor beneficio para la compañía. Las inversiones de inmovilizado las podemos clasificar en tres grandes grupos, según su orientación a la generación de beneficio: las de reducción de gastos y costes, las de aumento de la cifra de ventas, y las neutras. Veamos las características de cada uno de estos grupos.
Inversiones de reducción de gastos y costes. Este tipo es parece ser el que va más directo a la obtención del beneficio. Bajar los costes, manteniendo los mismos ingresos, equivale a aumentar el beneficio en una cuantía que podría ser equivalente a la de la bajada. En el mundo empresarial ha habido inversiones que han implicado unas rebajas espectaculares en los costes. Pensemos, si no, en las aplicaciones de la tecnología de la información en la gestión global de la empresa, o de la informática en el campo de la administración. Hasta los años 70s las agencias y sucursales de los bancos rebosaban de personal administrativo. Qué distinto es ahora, cuando día a día se van cerrando oficinas y las que quedan abiertas están asistidas por unas pocas personas. Igual ha sucedido en las oficinas y despachos de las compañías mercantiles.
Cuando hablamos de que una inversión reduce los costes y los gastos, nos referimos una disminución real que se refleja en la cuenta de explotación. Muchas compañías caen en la falacia de creer que la reducción en el volumen de las actividades, por ejemplo las de efectuar reprocesos, automáticamente reducen los costes. Esto sólo es cierto cuando los costes que se empleaban en la actividad, se reducen o desaparecen de verdad de la cuenta de explotación, no cuando se mantienen pero bajo otra rúbrica.
Inversiones de aumento de la cifra de negocio. La situación clásica que define este grupo de inversiones es la de “con la incorporación de esta máquina vamos a duplicar la producción”. Hay una objeción, a nuestro entender muy seria, ¿vamos a ser capaces de vender la sobreproducción de la máquina de marras? Con demasiada frecuencia hemos visto cómo se aceptaban inversiones de este tipo sin un estudio previo de las posibilidades de aumento de ventas, de conocer las repercusiones de posibles renuncias del margen actual para poder colocar la mayor producción, o bien de la desconsideración de probables gastos adicionales de comercialización, etc. Es más, en algunos casos ni tan siquiera se tiene presente la opinión de la dirección comercial y su equipo. Se compra y pone en marcha la máquina y entonces se impone a la red de ventas la necesidad de vender más para que salgan los números. Así van algunas empresas.
Aparte de la dificultad de colocar la sobreproducción obtenida, a menudo se olvidan aspectos financieros y de riesgos relacionados con la producción y la venta. Nos referimos a lo que los contables llaman fondo de maniobra. Éste se debe incrementar con arreglo al aumento de los stocks y del crédito a los clientes, corregido por la financiación de los proveedores. Esto tiene un coste, pero también riesgos de sobrestocks, obsolescencia y morosidad. Crecer en ventas no conduce forzosamente a crecer en beneficio.
Inversiones neutras. Son aquellas que no aportan nada positivo al beneficio. Fíjese bien decimos positivo, en la inmensa mayoría de los casos su aportación es negativa. Existen infinidad de ejemplos de este tipo de inversiones. Algunas son debidas a errores iniciales de cálculo y de apreciación los cuales provocan que inversiones muy rentables sobre el papel, que lo aguanta todo, cuando se ponen en marcha no aparece ninguno de los supuestos tan positivos que se habían planeado. En otras ocasiones se trata de inversiones de boato que sólo satisface el ego de la persona que las ha ordenado. En este grupo caben aquellas inversiones de cambio de imagen que no conducen a ningún sitio. Aún recordamos aquel banco, que ya no existe, que llevó a cabo una fuerte inversión de cambio de imagen en todas sus manifestaciones exteriores y con el lema de “cambiamos de imagen, pero continuamos siendo los mismos”. Es cierto, su gestión se caracterizaba por ser muy mediocre y continuó siéndola. Al cabo de pocos años fue absorbido por otro banco. Ya no hablemos de aquellas instalaciones faraónicas, llenas de lujos innecesarios, a las que no acuden ni clientes, ni proveedores, están ausentes del mercado y sólo las hacen servir los empleados de la compañía, que, en algunos casos para más inri, sufren una calidad de vida laboral deplorable.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “el inmovilizado”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s