La rentabilidad de las Inversiones
Las inversiones en el inmovilizado suelen ser la fuente de unos buenos beneficios, pero también, en casos harto frecuentes, la tumba de las empresas que las llevan a cabo. Siempre se debe actuar con prudencia y con extrema rigurosidad. Dentro del capítulo de las inversiones debemos distinguir aquellas de extrema necesidad. Sin ellas el negocio no funciona o corre el riesgo de dejar de funcionar. En este caso priva la rapidez en la actuación y el buscar su economicidad sin que la misma lastre su eficacia. No es éste el tipo de inversión más preocupante ya que, ante ellas, hemos observado el cuidado exquisito con el que las han tratado.
Es en el resto de inversiones donde se actúa de una forma atentatoria contra la integridad y la continuidad de la empresa. Una inversión siempre debe buscar un beneficio adicional, que en la actualidad no se tiene, sea vía el aumento de las ventas, sea vía la reducción de los costes. Este principio a menudo lo ignora la dirección de la compañía y es fundamental en la inversión. La empresa se lanza a la aventura sin haber hecho los números más elementales de cuánto dinero vamos a obtener a cambio del que estamos dispuestos a invertir. El origen del problema surge cuando se ha invertido cantidades considerables de euros que la empresa no disponía y se ha recurrido a la banca para que se los preste. Ya sabemos que las entidades financieras, aparte de obtener pingües ganancias con la operación, quieren que se les devuelva el dinero entregado. Sólo existe una fórmula ortodoxa para poder hacerlo: se trata de que la inversión sea capaz de obtener unos resultados adicionales que, como mínimo, paguen la factura que periódicamente emite la entidad que la ha financiado.
En nuestro programa TO THE EXCELLENCE, al que puede Vd. acceder desde aquí, en el cuestionario relacionado con “el inmovilizado” existe la pregunta número que indica lo siguiente:
Fíjese bien en la pregunta. No se trata únicamente de que la inversión genere beneficios y que éstos puedan pagar los cargos bancarios derivados de su financiación. Se requiere un plus: debemos asegurarnos de que la inversión consiga una rentabilidad superior a la del inmovilizado actual. De esta forma logramos un incremento de la rentabilidad general de la empresa. Este es el procedimiento de actuación que hemos observado en empresas bien gestionadas.
¿Por qué a las empresas les cuesta tanto efectuar estos cálculos de la rentabilidad? ¿Por qué muchas empresas que los llevan a cabo se olvidan de incluir costes vitales o se auto-engañan poniendo cifras increíbles de ventas para que salgan “bonitos”? Recuerde que el papel lo aguanta todo. ¿Por qué antes de analizar los números ya se ha tomado una decisión inapelable de “sí” o “no” a la inversión? ¿Por qué las empresas son renuentes a comprobar que la realidad de la inversión se acerca al máximo o no, a los resultados de los estudios previos para su aceptación? ¿Por qué la reflexión sobre la rentabilidad de las inversiones no se aprovecha para aprender a manejarlas mejor?
Feliz semana a tod@s