La cultura del incumplimiento

28 octubre, 2015 0 Por JLHA

No hace mucho tiempo estuvimos de visita en una empresa en la que no le acababan de ir bien las cosas . Tienen un producto acreditado y muy bien posicionado en el mercado. Los gastos están equilibrados de acuerdo con su volumen de negocio. La tesorería les funciona. Entonces, ¿de qué se lamentaba el gerente? De que, junto con su equipo directivo, eran muy capaces de atisbar unas buenas y realistas oportunidades para mejorar considerablemente la rentabilidad de la empresa. Ante ellas todos se comprometían a llevar a término las acciones que les correspondían. Pero transcurría el tiempo y, para desespero del gerente, los resultados no mejoraban en absoluto.

El problema es muy complejo porque suelen existir multitud de causas por las que se llega a esta situación. El gerente se impuso efectuar un análisis muy cuidadoso de lo que estaba sucediendo. Llegó a la conclusión de que la causa primordial era la instalación en la empresa de la cultura del incumplimiento sistemático de los compromisos contraídos, con todas las gradaciones posibles: desde no hacer la tarea comprometida a hacerla de forma defectuosa o a destiempo. Dado el espíritu paternalista que imperaba en la organización este tipo comportamiento quedaba totalmente impune. Cualquier tipo de excusa se daba por válida para justificar el incumplimiento. Entre ellas, la falta de tiempo era la reina y la que, bajo su amplio manto, todo quedaba justificado y sin rechistar. Es bien cierto que la excusa de falta de tiempo es el gran argumento de todos los grandes profesionales de la gandulería y de la incompetencia.

A nosotros nos conmueven los llamados “DON SÍ SEÑOR”. Nos explicaremos. Son aquellas personas que cuando se plantea llevar a cabo determinadas actividades, ellas están dispuestas a asumirlas, e incluso de una forma entusiasta. Se les asigna su cometido ignorando que tienen un muy grave problema: no saben administrar su tiempo. No llegan porque no saben, no porque no quieren. Cuando se debe rendir cuentas de los encargos las ves nerviosas y cabizbajas. No pueden aportar resultados, sencillamente porque las acciones no se han llevado a término, o se han hecho de forma precipitada e incompleta o totalmente a destiempo. Se debe ser muy prudente a la hora de confiar en este tipo de personas. Se les debe ayudar, no aprovecharse de ellas y hundirlas.

El hecho del incumplimiento de los compromisos da muchísimos quebraderos de cabeza, una profunda insatisfacción y un montón de oportunidades perdidas. Es por ello que en nuestro programa TO THE EXCELLENCE, al que puede Vd. acceder desde aquí, en el cuestionario relativo a “la organización general de la empresa” hemos incluido la pregunta 16 que indica:

¿Está instaurada la cultura en la empresa del cumplimiento de los compromisos adquiridos por parte de todos?

Para solucionar esta situación debemos elaborar un plan que consiste en: primero, ser capaces de lograr que surjan buenas ideas para la mejora de los resultados. A renglón seguido debemos conseguir que las personas se comprometan a llevar a cabo las acciones que permitan un buen aprovechamiento de estas ideas. Por último, la parte más difícil: que se cumplan los compromisos contraídos. Cero permisividad. Recuerde que las cosas no se hacen por una de estas dos razones: no se sabe hacerlas o no se quiere hacerlas. El buen directivo es aquel que en todo momento identifica cuál de las dos es la causa real y actúa de inmediato. Facilita formación al que no sabe y busca los motivos del que no quiere, para afrontar su solución. En última instancia está la separación de la persona. Recuerde que usted debe estar rodeado de un equipo totalmente confiable.

Feliz semana a tod@s