¿Por qué existen empleados que no trabajan bien?
La contestación que suele darse a esta pregunta acostumbra a ser escueta y categórica: “porque no saben o porque no quieren”. Ante ello, la medicina a aplicar que se propone es la formación y la motivación respectivamente. Todo esto puede ser cierto, pero nos gustaría enumerar algunas de las causas concretas y más frecuentes que hemos detectado en las empresas por las que el trabajo de un empleado es defectuoso.
La existencia de errores. Todos nos equivocamos. Pero no estamos autorizados a que nuestros errores transciendan al exterior y sean causa de equivocaciones de otras personas o, lo que es peor, de daños o perjuicios económicos. Debemos disponer de un autocontrol capaz de detectar nuestros errores antes de que nos transciendan.
Las tareas importantes. No sabemos distinguir lo importante de lo que no lo es. Una tarea importante requiere una dedicación especial, un mimo, unas prioridades y una calidad notable en su tratamiento. Corremos el riesgo de tratar todas las tareas de forma igualitaria con lo que las importantes suelen resentirse y ello tiene una clara repercusión en los resultados.
Los procedimientos son complejos. A menudo también son defectuosos. Nos olvidamos del tan certero “KISS” americano (“hazlo sencillo estúpido”) y elaboramos unos procedimientos complicados, difíciles de entender y plagados de sinsentidos. En el otro extremo está la ausencia de un procedimiento y la extrema libertad de que el empleado proceda según su leal saber y entender.
La persona es inadecuada. Todos no servimos para todo. El hecho de que un puesto de trabajo esté ocupado por una persona que no reúna unas condiciones mínimas, no obtendrá el éxito deseado pudiendo llegar a constituir un fracaso estrepitoso.
La formación es deficiente. Nadie ha nacido enseñado. Estamos de acuerdo en que debemos fichar a personas con la formación de base adecuada a su profesión. Pero también debemos invertir tiempo y dedicación para que esta persona se imponga al puesto y nos aseguremos de que no tenga fisuras formativas en su quehacer diario.
La persona está quemada. El puesto le abruma, está a disgusto, no le apetece en absoluto, le aburre. Pensemos en la posibilidad de “enriquecer” el puesto mediante la incorporación o cambio de otras responsabilidades más retadoras o motivadoras. Otra alternativa es cambiar de responsabilidades a la persona.
La información es escasa o defectuosa. Nos referimos a la información necesaria para desarrollar con éxito el puesto de trabajo. Nadie ha profundizado en cuál debiera ser la información que se precisa para la adecuada toma de decisiones y qué características debiera tener (frecuencia, calidad, etc.)
La organización personal. Aludimos a cómo cada persona organiza su propio tiempo. Esta es una importante fuente de trabajos mal realizados. Se destrozan buenas planificaciones, menudean las interferencias, es una constante la pérdida sistemática del tiempo, abundan las interrupciones que desconcentran, la eclosión de las urgencias, la acumulación de asuntos pendientes, el acabar las cosas de cualquier manera y un largo etc. que al final se traduce en trabajo mal hecho o a destiempo, que es lo mismo.
La dirección defectuosa. Aquí nos queremos centrar en los tres comportamientos directivos (desmotivadores) que consideramos más críticos y frecuentes que disuaden al empleado a la ejecución diaria de un trabajo excelente. A saber: una ausencia sistemática de reconocimiento del trabajo bien hecho; una carencia absoluta de nuevos retos, de crecimiento profesional o de futuro en la empresa; una retribución inadecuada sea por falta de coherencia interna o por comparación con el mercado. En síntesis, las tres ERRES: reconocimiento, retos y retribución.
En FACTT, en nuestro el apartado TO THE EXCELLENCE, encontrará un cuestionario de 40 preguntas sobre “el personal” que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s