La asignación de riesgo máximo a los clientes (I)
Es obvia la necesidad de fijar a cada cliente un riesgo máximo, es decir una cantidad máxima de deuda pendiente de pago que estamos dispuestos a otorgarle y a asumir las consecuencias de resultar fallida. Los clientes más preocupantes son aquellos que tienen una mayor participación en nuestro volumen de ventas, es decir, los «A», las grandes cuentas, que deben estar indudablemente clasificados.
Vamos a pasar una somera revista a los métodos más utilizados en la fijación del riesgo máximo a conceder a los clientes.
Clasificación externa de la empresa de seguros
Muchas empresas, para evitar riesgos que pueden llegar a dar al traste con el negocio, recurren a asegurar toda su cartera. Normalmente la entidad aseguradora sólo cubre el 70 % de la deuda y la paga cuando se puede demostrar la demora en el cobro. El servicio es caro y su coste depende del sector y de la tipología del cliente.
Para controlar su propio riesgo el asegurador no sólo limita el importe de los riesgos concedidos por el asegurado a sus clientes, fuera de los realmente pequeños, sino que tiene la potestad de no asegurar las operaciones a determinados clientes. En este caso, se asigna, como riesgo máximo a cada uno, el que determine la compañía de seguros contratada. Esto implica que determinadas operaciones la empresa no puede llevarlas a cabo, a no ser que decida hacerlas bajo su cuenta y riesgo ya que el asegurador no las va a cubrir. Existe un tremendo dilema entre la rentabilidad de la operación y el riesgo del fallido.
Clasificación aconsejada por entes externos
Se trata de las célebres “recomendaciones externas”. Este sistema está basado en utilizar la información suministrada por bancos, proveedores y agencias de informes, en el sentido más estricto: «riesgo máximo recomendado», «no hacer operaciones superiores a…». Por desgracia el grado de fiabilidad y confiablidad es muy bajo. Se suele utilizar únicamente para los casos extremos, en el que se le deniega el crédito porque al informado se le han registrado múltiples devoluciones, pleitos, impagos a los entes públicos, embargos, etc.
Riesgo máximo del año anterior
Se calculan los riesgos máximos de todos los clientes que la empresa concedió, en la práctica, en el año anterior. Este sistema es muy sencillo de aplicar. Si se ajusta a las tasas de crecimiento en ventas y se le dota de tolerancias sería aconsejable su establecimiento para todos los clientes a excepción de los “A” ¿Qué pasará cuando llegue un pedido y el mismo exceda del riesgo asignado? En la práctica observada en las empresas, si el cliente es un buen pagador, se acabará vendiéndole «lo que pida».
Situación económica – financiera del cliente
Este proceso es muy recomendado para fijar riesgos a los clientes «A». Se debe disponer de balance y cuenta de explotación, del Registro Mercantil, de cada cliente a analizar y clasificar, aunque puedan tener un retraso de 9 meses. Previamente se deben determinar qué parámetros se tomarán como base para definir el riesgo: valor patrimonial, capital de trabajo, volumen de compras, exigible, etc. Asimismo se debe concretar qué grado de participación máxima se está dispuesto a asumir sobre el total de dichos parámetros.
A la vista de la documentación financiera de un cliente, se puede establecer algún tipo de corrección en sus valores. Es conveniente analizar la situación de liquidez, hasta qué punto el endeudamiento alcanza niveles peligrosos y si la generación de beneficios es suficiente para amortizar los créditos de que dispone. Es aconsejable cuantificar los posibles riesgos que pudiera contraer el cliente y la repercusión que tendría en la cancelación de deudas a los proveedores. Otra alternativa a analizar consiste en conocer qué le pasaría a la empresa si el cliente decidiera o se viera precisado a liquidar su negocio.
Margen comercial neto aportado en el año anterior
Este criterio descansa en el concepto de que el riesgo máximo que la empresa está dispuesta a jugarse es el beneficio, en términos de margen comercial neto, que aportó el cliente durante el año anterior. Es un sistema válido para todos los clientes, excepto los nuevos.
Se debe conocer, a nivel de cada cliente, qué margen comercial neto están aportando sus ventas. A la hora de evaluar los costes tener presente las diferenciaciones por cliente: mix de productos que ha comprado, transporte según volumen y distancia, financieros según plazo real de cobro, etc. No se aconseja repercutir los gastos generales.
Scoring
Es un método automático y objetivo de concesión de crédito. Es aplicable para clientes pequeños, o de riesgo de pequeño importe. Se basa en un modelo matemático – financiero, según una información histórica que permite evaluar BUENO o MALO.
Se determinan unas ecuaciones o bien se fijan puntos por distintos conceptos que suman un total. Existe una puntuación corte que si se rebasa se acepta al cliente o la operación y en caso contrario, se anula.
Son algunos ejemplos de los signos externos de los clientes para puntuar: domiciliación bancaria, antigüedad del negocio, número de empleados, situación del local, metros cuadrados, propiedad del local, decoración, variedad y cantidad de stocks, número de clientes, número de proveedores, bancos con los que trabaja, etc.?
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “el realizable”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.