
Los fabricantes de excusas
En nuestro trabajo podemos dar resultados o excusas, pero solamente prosperamos desde los resultados. Es mucho mejor especializarse en dar resultados que en dar excusas. A pesar de ello, hay gente que presenta una querencia recurrente por las excusas. Su arte consiste en aliñar con relatos más o menos verosímiles la falta de resultados. Siempre hay una excusa para no cerrar una venta, para un retraso en la producción o en una entrega, para una calidad que chirría, para una innovación que era una simple ocurrencia o para una impuntualidad que derivó en estructural. Siempre hay una razón para procrastinar. Siempre hay una coartada para rechazar el esfuerzo. Los fabricantes de excusas siempre pretenden poblar de razones a la indolencia.
La gente de talento ofrece resultados por encima de la media. La gente de no talento ofrece excusas por encima de la media. Las cosas avanzan cuando alcanzamos resultados, cuando decidimos arriesgar y probarlo. Y si un día no damos resultados, no habrá que buscar excusas para levantarnos. En la adversidad las excusas suenan más dulces, pero son igualmente infructuosas. La autoexigencia es el motor de los resultados. La indolencia lo es de las excusas.
Entre los fabricantes de excusas destacan aquellos que endosan las culpas a los demás. Los departamentos comerciales que echan la culpa al departamento de logística o al equipo de marketing, los de logística que desahogan sus excusas en el departamento de producción, estos a la vez señalan que el problema está en los de compras, los de compras miran a los de planificación y así hasta el “infinitum”. Hay empresas que intentan que cada punto de contacto entre departamentos sea una oportunidad de mejora. Pero hay empresas que cada punto de contacto entre departamentos deviene un punto de fricción y una oportunidad para excusarse en las carencias del otro.
Los equipos de dirección deben practicar la solidaridad directiva y atajar estas dinámicas que son devastadoras cuando llega el día que repercuten en los clientes. Necesitamos culturas corporativas donde las excusas sean caras y estén mal vistas. De un concierto de excusas no sale una sinfonía. Los silos, las capillitas, son el territorio natural para proclamar las indulgencias propias y sentenciar que la culpa es de los demás. Hay que tatuar en la piel de los directivos que las excusas de unos son el fracaso de todos.
Más que excusas necesitamos culturas donde sea posible asumir fracasos con responsabilidad, es decir exponer claramente los fallos y acompañarlos de propuestas de solución. Todos podemos tener errores, olvidos o malos momentos, pero saber asumir estas falencias es ayudar a que en las empresas reine una cultura de autenticidad y de solidaridad. Todo lo demás nos lleva al desencuentro.
Las disculpas se entregan vacías de excusas y llenas de autenticidad. Saber pedir disculpas con autenticidad nos fortalece si inmediatamente impulsamos soluciones para no caer otra vez en el error. Los directivos que son asiduos a las excusas deterioran su influencia y agrietan su ejemplaridad. Dar explicaciones es el camino. Parapetarse en las excusas debilita la confianza. Las cosas no son fáciles. Lo sabemos. Alcanzar resultados es duro. Lo sabemos. Pero antes de esconder los problemas y caminar indolentemente hacia el callejón sin salida de las excusas hay que tener la valentía de la humildad y compartir los problemas antes que no tengan más salida que una mala excusa.
Los equipos sirven para socializar dudas, miedos y desajustes. Sirven para construir soluciones que nos eviten frecuentar el valle de exculpación. Hay veces que simplemente hay que hacer que las cosas pasen. Imaginamos la desesperación de los integrantes de equipos con un líder que no es capaz de tomar decisiones, que marea la perdiz, que vive solamente para evitar que los problemas aterricen en su mesa. Que la gente dude no es malo si quiere decir que piensa. El problema es la gente que duda de un modo estructural y no sabe salir del laberinto de sus miedos e inseguridades.
Necesitamos avanzar con foco y determinación. Liderazgos resueltos. Gente acostumbrada a avanzar a sabiendas que habrá incertidumbre, límites y equipos imperfectos. A veces hay que poner la directa. No podemos pasar toda nuestra vida en ámbar, a veces hay que escoger la luz verde del semáforo. Dejar de disfrazar los miedos en excusas y hacerlo. Y llevar el maletero lleno de humildad, empatía y sencillez.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “la organización general de la empresa” que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.