¿Amamos a nuestras máquinas?
Algunas fábricas consideran a sus máquinas como un mal necesario que se debe soportar y no se cuidan de ellas como precisan para aportar un adecuado funcionamiento. Esta forma de pensar genera una actuación tipo que provoca unas consecuencias muy adversas para los intereses y beneficios de la compañía. Veamos algunas de estas consecuencias:
- Existen pérdidas de tiempo, algunas de importancia, generadas por fallos en la máquina.
- Hay frecuentes tiempos improductivos provocados por esperas y detenciones que han sido inducidas por averías menores, problemas en la instrumentalización, etc.
- La máquina no funciona a su buen ritmo y a su capacidad máxima lo que genera una velocidad de las operaciones muy baja comparada con la normal.
- Se dan con frecuencia unos tiempos muertos que están provocados por una serie de cambios, ajustes y puestas a punto que tienen una duración a todas luces desmesurada.
- Aparecen defectos en la forma de producir que provocan paros, reparaciones, reprocesos y en el peor de los casos desechos.
En términos generales hemos observado que en aquellas fábricas que aman, cuidan y miman sus máquinas, algunas de estas anomalías no suceden y otras no tienen, ni de largo, la virulencia que aparece en las primeras.
Así y todo, ante la aparición de cualquiera de estas situaciones se debe proceder a un análisis exhaustivo de las causas y encontrar las soluciones, lo más definitivas posibles, para su erradicación. Es aconsejable llevar con escrupulosidad un historial actualizado de la máquina con todas las anomalías e intervenciones que ha sufrido y el calendario de futuras actuaciones rutinarias. Por otro lado, también se recomienda que el análisis de lo acaecido lo efectúen de forma conjunta el operario que está al frente de la máquina y la persona de mantenimiento encargada de la misma. Los problemas suelen estar compartidos entre la producción y el mantenimiento por lo que las soluciones, para que sean efectivas, deben provenir de las dos áreas al unísono.
Esperamos de una máquina que esté de forma permanente, en disposición para producir artículos con el nivel de calidad especificado, sin paradas imprevistas, a su capacidad máxima y dentro de los costes presupuestados. Desde hace tiempo se viene implantando la política de involucrar totalmente en las tareas de mantenimiento al operario que tiene la máquina a su cargo. A él se le explica con detenimiento el funcionamiento y características de la misma y, previa formación, se le adjudican tareas de mantenimiento. Estas deben ser muy sencillas tales como limpieza, reparación de pequeñas averías, ajustes, vigilancia de parámetros, etc. Se trata de que sienta la máquina como algo suyo que tiene que amar, mimar y cuidar. El resto de tareas de mantenimiento, como las intervenciones complejas o las reparaciones complicadas se reservan al personal especializado que forma parte del departamento de mantenimiento.
No debemos olvidar que existe una limitación económica del mantenimiento que es la aportación de su propia rentabilidad. El coste del mantenimiento, que suele ser ascendente en el tiempo, será rentable a partir que iguale y sea inferior al coste de la fabricación improductiva (averías, tiempos muertos, reprocesos, desechos, etc.) que debiera ser descendente por la acción del propio mantenimiento.
En FFACT, en el apartado TO THE EXCELLENCE encontrará un interesante cuestionario de 40 preguntas sobre “la fabricación”, que le ayudará a reflexionar sobre este importante tema.
Feliz semana a tod@s.